Las vacaciones solo admiten dos desenlaces: éxito apoteósico o tragedia griega. Uno pregunta qué tal las vacaciones, y las respuestas son incondicionales; sabemos por experiencia que las cosas no son así, que por lo general las vacaciones no han pasado de un vulgar pscha, lo mismo en Katmandú que en el pueblo de la abuela; lo que ocurre es que cuesta reconocer que uno ha invertido un potosí para no pasarlo mucho mejor que en casa; nuestra experiencia tiene que ser memorable. Por eso, salvo hecatombe (que también es un éxito, no nos equivoquemos), procuraremos ocultar el aburrimiento, el cansancio y las ganas de no haber salido nunca que nos asaltaron y reinventar, cuando nos lo pregunten, cómo habrían sido nuestras vacaciones ideales. Lo que significa que, en realidad, viajamos por una cuestión de imagen, para los demás, y que la ultima ratio de las vacaciones (el descanso) ha quedado olvidada entre las ficciones con las que justificaremos nuestro gasto.
La coincidencia de estímulos contradictorios suele llevar a la parálisis; pero sucede a todas horas con el sexo; ¿cómo no van a estar enfermos los miembros de una sociedad sexualizada hasta extremos clínicos y al mismo tiempo levítica y puritana? Eso necesariamente ha de conducir al desequilibrio y a la aberración; yo no consigo salir de mi asombro y no dejo de preguntarme cómo todavía hay gente normal y no nos han ingresado a todos en el frenopático.
Amigos, aprovechad este puente para ir a ver una peli, porque no van a durar mucho. En los últimos días me he visto defendiendo dos veces la decadencia del formato cinematográfico; parece que lo que quiero decir es que no me gusta el cine, pero no es así. Lo que sostengo es bien obvio, y es que el DVD y los canales digitales han acabado con las demás pantallas. El cine tenía sentido cuando uno estaba atado a las programaciones y tenía una tele de pena. Pero eso se ha acabado, y si todavía va alguien a las multisalas es por nostalgia o por invitar a la chica (que es muy buena razón). Por 6 € uno puede ver la película que quiera, cuando quiera, quedarse dormido, rebobinar, darle al pause... Y además, también puede invitar a la chica, y no se arruina.
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Un día de campo
Por aquí suelo pasear
Un día de campo
Esto está cerca de mi pueblo
1 comentario:
Cuánta razón llevas...No sé,hablando del tema de las vacaciones familiares,si habrás visto la película (eso sí, en dvd)llamada "Atasco en la nacional", pues es un fiel reflejo de lo que tú dices. Uno se ríe bastante con este tipo de películas que, aunque parezcan ficción,nos relata lo "maravillosamente" que nos complicamos la vida saliendo de vacaciones con la familia y encima en nuestro estupendo pais que aprovechan para pegarnos el sablazo del siglo éstos de la hostelería en general. Creo que las apariencias mandan como bien dices y yo no puedo quedarme sin ver el mar ,al menos una vez al año o dos, y pasar largas horas al sol que tanto necesitamos los que ,por cosas del destino,vivimos en el norte y encima en interior.
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