Los representantes de los países más poderosos se han reunido en una convención contra el hambre y el analfabetismo, cuyo programa consta de sesiones plenarias con los siguientes títulos:
-"La insuficiencia nutricional: causas y consecuencias",
-"Subdesarrollo y ecología: la interacción de dos fenómenos relacionados",
-"¿Qué es 'estar bien'? Perspectivas globales para el nuevo milenio",
y otros parecidos. Tras leer montañas de papeles y estadísticas, los expertos se van a celebrar el éxito del congreso con una cena de 200 napos en el Bulli de turno.
¿Sarcástico? Bueno, pues eso es lo que ocurre constantemente en educación (no sé si ocurre en otras áreas como la que aparece en el ejemplo). Los profesores deben acudir periódica y regularmente a una serie de cursos que, como el congreso ficticio, se organizan en torno a exposiciones teóricas con títulos tan rumbosos como "Las competencias clave y las disfunciones cognitivas en el área de Lengua: estrategias y soluciones" (tranquilos, es inventado). Tras soportar horas de tediosas, abstractas y prolijas exposiciones, ni siquiera tienen el consuelo de la merendola. La cuestión es que esos cursos sobre los problemas de la educación han servido para solucionar los problemas de la educación exactamente en la misma medida en que el congreso contra el hambre ha contribuido a acabar con el hambre. Una tomadura de pelo (y a mí, con la guedeja, ni una bromita, señores).
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1 comentario:
Buenas guapo!
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