sábado, 26 de abril de 2008

Responsa...¿qué?

En el mito final de la República, Platón cuenta que las almas deben escoger la clase de vida de su próxima reencarnación. Láquesis, la hija de la Necesidad, les advierte: “la virtud no tiene dueño, sino que cada uno participará de ella, en mayor o menor medida, según la consideración que le merezca. La culpa es del que elige: la divinidad es inocente”. Describe Platón a continuación las clases de vida que Láquesis extendió ante ellos, desde tiranías a vidas normales, unas maravillosas, otras mezcla de desgracias y momentos felices… “Ese es el momento más crítico para el ser humano” dice Platón, y por eso hay que descuidar todas las demás enseñanzas y dedicarse solo a aquella que nos permita tomar la decisión correcta en ese instante, para saber distinguir la vida mejor y la más desgraciada, y qué combinación de elementos, de riqueza, belleza y sabiduría, produce una u otra; "y cuando llegue al Hades deberá conservar esta opinión como un diamante (diamantinamente dice Platón; fijaos cómo la polisemia se conserva en castellano: algo firme y precioso) de modo que no se deje deslumbrar allí por las riquezas ni por otros males por el estilo".
Bien, el caso es que, a pesar de las advertencias, el primero que tenía que elegir se abalanzó sin pensarlo sobre la mayor tiranía que encontró a mano. Y cuando se dio cuenta de que su destino sería devorar a sus hijos y otras desgracias, empezó a darse golpes, a lamentarse y a echar la culpa a la suerte, al destino, a los dioses…, a todos, menos a sí mismo.

Platón estaba especialmente preocupado por la cuestión de la responsabilidad, que el estudio de la química cerebral ha puesto de nuevo de moda entre los filósofos. De hecho, las neurociencias se han convertido en la cuestión previa de toda filosofía, porque de ellas dependen ideas que siempre se habían dado por supuestas, como voluntad, responsabilidad, libertad, etc. Y para que conste, la libertad va perdiendo; lo cual quiere decir que quienes han estudiado estas intrincadas cuestiones se inclinan por la hipótesis determinista (es decir, que nuestra conducta es inevitable: solo podemos hacer lo que hacemos, y nada más). Así pues, nuestra identidad (lo que pensamos que somos), queridos amigos, no es más que una secuencia de estados físico-químicos y no hay más que hablar. En un primer momento, parece algo terrible; pero bien mirado, también resulta liberador; al fin y al cabo, podemos hacer lo que queramos, porque no es culpa nuestra. ¡Hala, a pecar!

Cada día todo esto parece más evidente; nadie quiere hacerse responsable de nada de lo que ocurre a nuestro alrededor, como si, inconscientemente, quisiéramos confirmar la mencionada hipótesis. Antes, cuando uno se hacía responsable, se suponía que debía responder, pagar las consecuencias; bueno, pues ahora resulta que no, que vemos a políticos que reconocen su responsabilidad en un desastre y se quedan tan anchos. Oiga, no, esto (todavía) no funciona así.

Lo malo es que últimamente todos, en mayor o menor medida, nos llamamos a andana: los profesores echan la culpa a los padres, los padres a los profesores, todos a la televisión, a la sociedad, al sistema, a todos, como el personaje de la República, menos a nosostros mismos. Y de ahí que la solución perfecta esté en conseguir descargar nuestra culpa (siempre con la culpa a cuestas, qué aburrimiento) en el supervillano definitivo: Mr. TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDAH).

Ya está: con este personaje, que no protesta, ni se defiende, ni escribe un blog, todos somos inocentes, porque la química nos gobierna, porque ya está bien de tanta responsabilidad y tanta historia, porque ya se han acabado los castigos y las culpas, que era lo que se pretendía, y por fin podemos dedicarnos a lo que realmente queremos: gastar y gastar y bailar el Chiqui-chiqui.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Perdona Edgar...me he quedado a medias...pero no ha sido culpa mía(jajaj...)ésto de la informática! En fin,que qué quieres que te diga, que me ha encantado este artículo.¡Llevas tanta razón!además...qué narices, es aburridísimo eso de echarse la culpa uno de todo lo que hacemmos mal. Y encima tenemos mil "excusas" hoy en día para quitarnos de encima ese muerto y mil enfermedades de tipo físico o psicológico para echarles la culpa que antes desconocíamos. Ahora sí que te voy a decir una cosa: lo de gastar y gastar ,aunque nos encante ,no está el tema económico como para darnos muchas alegrías para el cuerpo, y de lo bailar el Chiqui-chiqui te aseguro que no voy a pecar y también que eso sí que sabemos que ni tú ni yo tenemos ninguna responsabilidad.

Un día de campo

Un día de campo
Por aquí suelo pasear

Un día de campo

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