jueves, 10 de abril de 2008

Conservar (2)

Perdón, pero he tenido que dejar el comentario a medio acabar.

Sigo: Decía que, en principio, no nos asiste ningún derecho a revocar la condena que la propia naturaleza ha pronunciado contra ciertas especies, aunque hayamos sido nosotros los verdugos. En este juego solo hay un participante, no dos. Nuestro éxito como especie ha modificado el entorno, igual que el éxito de los dinosaurios lo hizo in illo témpore, pero eso no nos hace malvados, solo nos sitúa al nivel intelectual de los dinosaurios (y ya sabemos que aquello acabó como el rosario de la aurora). Claro que el lince es más bonito que las alimañas, pero esa no es la cuestión. La realidad es que si su éxito evolutivo dependiera de la desaparición de especies competidoras, no detendrían su proliferación ni un cálculo de los riesgos para sí misma, ni de los riesgos para otras especies o para el planeta en general. Cuando se habla de una disminución de la diversidad, no suele tenerse en cuenta que esta precariedad sería provisional, y que quedaría compensada con el desarrollo de nuevas mutaciones de las especies resistentes. Así pues, no hay nada más antinatural (por así decirlo) que los intentos del ser humano de proteger a otras especies o que el hecho de que su preocupación por el medio perjudique su éxito.

Todo lo dicho tiene también otra interpretación, aunque es más polémica y prefiero dejarla para otro día

1 comentario:

Anónimo dijo...

PON FOTOSS!!!

Un día de campo

Un día de campo
Por aquí suelo pasear

Un día de campo

Un día de campo
Esto está cerca de mi pueblo