jueves, 10 de julio de 2008

Publicidad emocional

La publicidad es sumamente halagadora: un equipo de gente muy inteligente devanándose los sesos pensando cómo conseguir que te guste algo que seguramente no necesitas ni quieres ni te interesa, discurriendo cómo inventarse una historia acerca de un producto para que tú lo recuerdes. Porque hasta ahora lo importante no era la descripción de las propiedades del detergente x y su exaltación propagandística, sino la narración que lo acompañaba. Ahora se buscan otros objetivos, como lograr que el cliente se identifique con la marca o crear un vínculo afectivo entre el consumidor y el producto; se puede observar en algunos anuncios recientes, como el de Häagen-Dazs (estupendo), el del Dúo de Telefónica (muy bueno el departamento de Telefónica) o el último de Coca-Cola y, al menos en parte, funciona (sobre todo si se hace con gracia; el humor sigue siendo una gran baza). La historia de la publicidad resulta en sí misma fascinante, porque se comprueba cómo han ido sofisticándose las defensas del consumidor y las estrategias del asalto (es como una poliorcética del deseo) hasta el momento actual, en el que podemos asistir a maravillas de 30 segundos. No son muchas, ¿eh?, porque la mayoría de los anuncios es mediocre y aburridísima (continuando con el símil, siguen asaltando nuestras murallas con catapultas), pero todavía hay algunos por los que esperamos en cada intermedio; acabo de ver veinte, y solo uno ha aprobado. Evidentemente, la publicidad de algunos productos es más fácil que la de otros (uno ya no presta atención los anuncios de telefonía móvil), y en otros casos hay serias limitaciones (véase el de Schweppes: no pueden mencionar al personaje de House, así que dicen: "Schweppes y ...", dejando que el espectador termine la frase; sería ingenioso si no fuera tan evidente). Disfrutemos, pues, sin dejar de intentar averiguar por qué nos gustan tanto los anuncios que nos gustan (también nos dicen algo de nosotros).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Edgar, para que un anuncio funcione tiene que ser o muy bueno o muy malo. Los del montón no cuentan.
Anuncios muy buenos hay poco. Es una rara avis. De todas formas, yo aprovecho la publicidad para salir a la carrera a recoger la cocina, recoger la ropa, ir al baño y a veces hacer la cama. Y me da tiempo a todo.

Anónimo dijo...

La publicidad debe seguir una máxima por encima de su creatividad e incluso de su valor artístico. la gran pregunta es: ¿cuánto voy a vender más por publicar esta campaña?..... buenísimas campañas han fracasado en su objetivo comercial.

En los últimos tiempos nos inclinamos por la originalidad en los spots sin caer en exceso en la rentabilidad.

La mejor campaña es la que auna una baja inversión con un aumento en ventas, ahí esta el secreto.

Un ejemplo; el folleto de MEDIAMARKT.

Anónimo dijo...

¿Y el anuncio de Eroski de balones y toallas?

Un día de campo

Un día de campo
Por aquí suelo pasear

Un día de campo

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