sábado, 15 de noviembre de 2008

Continuos

La naturaleza de la realidad es continua, pero el lenguaje trabaja con categorías y funciones discretas. Es decir, las oposiciones día / noche, joven / viejo, alto / bajo, rico / pobre, no existen más que en un sentido lingüístico: todos sabemos que a las 3 a.m. es de noche, y que a las 13 p.m. es de día, pero no podemos discernir en qué momento se ha pasado de un estado al otro, y lo mismo vale para los demás pares (en otras palabras, la muy antigua paradoja del sorites). La ignorancia de la naturaleza continua de la realidad y los intentos de reproducir en ella las oposiciones lingüísticas suelen traer problemas y causar paradojas constantes, legales sobre todo, porque la ley exige la exactitud de los límites. En cuanto se promulga una norma en la que sea relevante un criterio ob aetatem, es decir, una edad mínima para votar, para trabajar, para lo que sea, queda de manifiesto su arbitrariedad; por eso, cuando surge alguna polémica acerca de estas cualificaciones de edad, como ha ocurrido recientemente con el caso de la niña que rehusó una operación de corazón que podría prolongar su pesadilla iatrogénica, queda al descubierto lo absurdo del sistema. No hay razón (moral, sociológica o metafísica), más que la mera necesidad administrativa, para sostener que los jóvenes de diecisiete (de dieciséis, de quince...) años no pueden votar o hacer lo que les dé la gana, y eso resulta inquietante, porque quizás tengan razón cuando protestan por el régimen de incapacidades al que se hallan sometidos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Edgar, ¿Qué quieres? ¿La anarquía total? En algún sitio habrá que poner algún límite, porque como la máxima de derecho natural "Mi libertad termina donde comienza la de los demás".

Anónimo dijo...

Nada de anarquía, solo sentido común, me parece. Si podemos pensar, porque no ejercer nuestros derechos antes de cumplir con el calendario? Claro que sería necesario examinarse, antes de votar. Un examen que compruebe nuestra capacidad para poder decidir críticamente. Seguro que tres cuartas partes de los que votan (mayores de edad, entonces) no lo superarían.

Un día de campo

Un día de campo
Por aquí suelo pasear

Un día de campo

Un día de campo
Esto está cerca de mi pueblo