miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Un cigarrito?

Mis nuevos alumnos (y algunos antiguos) quieren que les salude, así que valga este comentario para cumplir su deseo. Quedan, pues, saludados todos (1º A, 2º C, 2º D y 3º F).
El otro día estaba yo pensando en cómo el diminutivo se había convertido en una fórmula de hipercortesía (es decir, sirve para convertir las fórmulas habituales en peticiones todavía más convencionales, sobre todo cuando solicitamos algo gratuito: por ejemplo, ya nadie pide un vaso de agua, sino un vasito), estaba yo, digo, pensando en estas nugae, cuando llegué a la Feria del Libro Antiguo; en la calidad de los volúmenes expuestos se advierte la pobreza de nuestro pasado bibliográfico, que me temo no va a mejorar demasiado próximamente. Yo me acordaba de las librerías de lance que solía visitar en Inglaterra, cuánto me gustaban y cómo, de vez en cuando, solían darse hallazgos maravillosos. Uno todavía se acerca a nuestra Feria con esa esperanza, pero ¡quia!

Por cierto, parece que el gobierno británico va a incluir espeluznantes imágenes en las cajetillas de tabaco para disuadir a los fumadores de su vicio pertinaz. En los ejemplos que aparecen en La Vanguardia hay una imagen de un tumor horrible y otra en la que aparecen unos pulmones sanos y otros, se supone, consumidos por el mal. Al parecer, los publicistas pensaron que, si solo ponían los pulmones negruzcos y encogidos, la gente podría deducir que todos los pulmones son así, con lo que no solo nos están llamando perdularios y viciosos, sino tontos e ignorantes. Digo tontos, porque el repertorio de monstruosidades anatómicas y la afición por lo teratológico no solo afecta a los fumadores, con lo que quizás alguien que no lo es podría llegar a pensar que precisamente por esta condición se va a librar de sufrir tales aberraciones. Me recuerda a lo que dice Tucídides al final de su narración de la peste, donde consigna que quienes habían sobrevivido al mal (e inmunes por tanto a una nueva infección) se creían durante un tiempo libres de cualquier amenaza. El caso es que, en mi opinión, un gobierno debe limitar el uso de las sustancias peligrosas y permitir el de las que no los son, y punto. Creo que es bastante sencillo y razonable, y todo lo demás es una tomadura de pelo. Si el tabaco es peligroso, prohíbanlo. Es más, si saben que es peligroso y no lo prohíben, no sería descabellado que alguien intentara exigir responsabilidades penales por las muertes que provoca un simple cálculo económico. Y si lo que ocurre es que no han podido demostrar lo negativo de sus efectos, entonces sobran las fotos y los avisos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Edgar, el tabaco no lo prohíben porque el estado saca una cantidad ingente de dinero en impuestos. Y tontos somos los que lo pagamos.
Respecto al tema de las fotos en las cajetillas, en Egipto ya están a la orden del día

thomas cavalier-smith dijo...

qué desperdicio de blog edgar...no te firma nadie a tan prestigiosas entradas...enfin...menos mal que estoy aquí yo para levantarte un poco la moral que, en estos momentos,debe estar peor que la mía haciendo el examen de química de hoy...sigue así majetón!!jajaja
por cierto me he hecho blog porque tengo que usarlo para la nueva asignatura de ciencias para el mundo contemporáneo..y me seudónimo es cavalier-smith...así que ya te estas pasando!!
un abrazo tito!
marco

Anónimo dijo...

Si no nos nombras!!

pasteur dijo...

edgar que mas dara lo del tabaco si todos sabemos que es un vicio muy malo pero muy rico a su vez y tu sabes de lo que te estoy hablando o todavia no has dejado de fumar?porque cuando me dabas clase bien que tu proposito para año nuevo era:VOY A DEJAR EL TABACO pero siempre con la coletilla de:PERO NO PUEDO DEJARLO DE GOLPE ESTO LLEVA SU TIEMPO y que quieres que te diga como fumador si las advertencias que salen no han conseguido hacer efecto lo que proponen en inglaterra tampoco hara nada porque el que quiere fumar fuma sabiendo a lo que se arriesga y el que no pues mejor

saludos LARRION ( mi perfil es louis pasteur)

Anónimo dijo...

22 meses, majo, ¡22!, y todavía tengo ganas cuando paso por un estanco, y me pregunto: "¿Por qué lo dejé, con lo que me gustaba?".

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