sábado, 10 de enero de 2009

Afinidades electivas

Leer los artículos de Manuel Rodríguez Rivero, magnífico editor y polígrafo, es una de las mejores cosas que puede hacer uno antes de desayunar (para los que no lo sigan, escribe los miércoles en El País, los sábados en 'Babelia' y todos los meses en Revista de Libros); los altibajos existen, claro, pero eso, dicho de alguien que escribe para que le lean, es una tautología. Rodríguez Rivero lo hace principalmente sobre libros, y es muy reconfortante descubrir que algunas de tus elecciones privadas (esas que nadie conoce porque no le interesan a nadie) coinciden con el objeto de sus comentarios: el otro día escribía sobre Tony Judt y su Posguerra (que no he leído), y me hizo ilusión comprobar su aprecio (compartido) por la personalidad y el genio de Judt. Me hizo ilusión pero no me sorprendió. Pensé entonces en lo previsibles que resultan nuestros gustos, como si tuvieran vida propia y tendencia a cristalizar naturalmente en determinadas formas. Lo mismo que ocurre en la novela de Goethe, pero a propósito de libros y otras cosillas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo que la mayoría de las veces, la gente que leemos habitualmente, nos dejamos guiar por la crítica o la opinión de quien consideramos que entiende del tema.
Luego, la recomendación te puede gustar o no, pero siempre hemos ampliado nuestra cultura literaria.
Me ha pasado de no gustarme nada algo que he leído por recomendación, pero nunca me he arrepentido de hacerlo.

Un día de campo

Un día de campo
Por aquí suelo pasear

Un día de campo

Un día de campo
Esto está cerca de mi pueblo